La protección de la salud y los derechos humanos deben ir de la mano en la búsqueda de soluciones globales.
En medio de la lucha continua contra la pandemia de COVID-19, se han iniciado negociaciones para establecer un tratado mundial que pueda prevenir y abordar futuras crisis de salud. Sin embargo, a medida que avanzan las conversaciones, surgen preocupaciones sobre la viabilidad y efectividad de dicho tratado.
La propuesta inicial del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, fue recibida con esperanza en los momentos más difíciles de la pandemia. El objetivo era establecer un conjunto de reglas y directrices para guiar a los países en la preparación y respuesta ante futuras pandemias. Sin embargo, con solo 12 meses para llegar a un acuerdo y los países divididos en temas clave, el tratado parece enfrentar obstáculos significativos.
Una de las principales preocupaciones radica en la falta de consenso en torno a los derechos de propiedad intelectual y las reglas de intercambio de productos médicos durante una crisis de salud. Esto plantea interrogantes sobre la posibilidad de alcanzar un compromiso sustancial y efectivo que beneficie a todos los países.
Además, es crucial abordar el tema del cumplimiento de lo acordado. Un tratado sin mecanismos adecuados de cumplimiento se convierte en poco más que un pedazo de papel. Es esencial establecer un sistema sólido de supervisión y aplicación para garantizar que los países cumplan con sus compromisos y responsabilidades.
Si bien reconocemos la importancia de abordar y prevenir futuras pandemias, debemos tener en cuenta las lecciones aprendidas durante la crisis de COVID-19. Durante esta pandemia, se impusieron restricciones a los derechos fundamentales, incluida la libertad de expresión, en nombre de la salud pública. Es crucial encontrar un equilibrio adecuado entre la protección de la salud y los derechos individuales, evitando una erosión excesiva de las libertades civiles.
En el contexto de la República Dominicana, es fundamental que los líderes y responsables de la toma de decisiones consideren estas preocupaciones. En lugar de apresurarse en firmar un tratado sin una base sólida, se deben realizar consultas y evaluaciones exhaustivas para comprender plenamente las implicaciones y los posibles efectos a largo plazo.
Además, es esencial fortalecer los sistemas de salud y mejorar la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias. Esto implica invertir en infraestructuras, capacitación del personal médico y acceso equitativo a vacunas y tratamientos, priorizando la salud y el bienestar de la población.
Si bien la idea de un tratado mundial contra la pandemia puede parecer prometedora, es crucial abordar las preocupaciones existentes y garantizar que se respeten los derechos fundamentales. La República Dominicana debe tomar decisiones informadas, teniendo en cuenta el contexto local y las necesidades de su población. Solo así podremos avanzar hacia un futuro más saludable y resiliente.